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Llega la primavera a Andorra



Se acaba la temporada de esquí en Andorra y después de 6 meses vestida de blanco, la naturaleza se despierta. En las zonas de baja altitud, los cerezos extravagantes y coquetos, lucen durante unos días sus flores para ofrecer a los caminantes, un momento mágico y romántico que anuncia la llegada de la primavera.


En las alturas, todavía queda blanco. Por las mañanas, antes de que los primeros rayos de sol derritan la nieve, los pajaritos dan un concierto y el eco de los valles amplifican su melodía. Esto nos anuncia que poco a poco la naturaleza despierta con un ritmo lírico. Se acaba la hibernación de las marmotas y es tiempo de salir de sus madrigueras, dejando sus casitas debajo de la tierra para buscar alimentos. Hay que lucir increíble para encontrar una pareja. La quietud del bosque da paso al aleteo de un pájaro que abre los ojos y por primera vez ya no tiene frío.





El agua de la nieve derretida baja de las cimas de las montañas formando arroyos sinuosos que dibujan serpientes en el paisaje y marcan el momento de la gran salida de las víboras.


¡Cuidado montañistas que su mordida puede ser letal!

El rio Valira se llena de agua y en su orilla las ranas del pirineo toman el sol. Gracias a las tardes de lluvia en breve tendrán que buscar un buen charco para poner sus huevos.




En cuanto empieza el deshielo, Andorra renace con una explosión de color, flores amarillas, rosas, rojas y la emblemática Grandalla blanca adornan los campos. El Iris azul llena el valle de Incles, pero no es el único en engalanarse de lila, ya que el vanidoso y tóxico Acónito azul nos recuerda que la naturaleza está hecha para ser contemplada y respetada.


Los pescadores, incentivados por las claras aguas, desenfundan sus cañas y comienzan una coreografía con la meta d’engañar a las truchas.


En Andorra somos amantes de los aromas y es por ello que además de la destacada cantidad de perfumerías que ocupan la arteria comercial del centro urbano del principado, la importante diversidad de plantas que propagan una fragancia noble y natural, marcan la esencia del país y pone en evidencia la riqueza de la vida en nuestras montañas.

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